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martes, 3 de abril de 2012

Entrevista a David G. Marcos

David G. Marcos es un estudiante y activista del SEMH (Sindicato de Estudiantes Miguel Hernández), Para llevar a cabo el reportaje sobre la huelga general le entrevisté. A continuación, la entrevista completa.

“La huelga no puede concebirse como advertencia, sino como ultimátum”

¿Qué grado de participación se puede esperar de esta huelga?

Tras algunos meses de reivindicaciones muy deslocalizadas, nos encontramos ante un proceso de confluencias clave para frenar toda una serie de agresiones y ataques desmedidos contra los derechos fundamentales, no sólo de los y las trabajadoras, sino también de estudiantes, parados, etc. Así, al calor de las movilizaciones de la ‘Primavera Valenciana’, precedidas de otras muchas a lo largo del Estado español, confío en que la huelga del próximo 29 de marzo acelere estos tiempos de lucha. Sin embargo, pienso que la participación de la huelga será toda una incógnita hasta ese mismo día, por lo que todavía estamos a tiempo de trabajar para que esta sea un éxito y no termine en las mesas de negociación, congelando de nuevo el ambiente.

La Reforma Laboral del PP ha sido el desencadenante de la convocatoria de la huelga, ¿había razones para convocarla antes?

Si desde el pasado 15 de mayo hemos sido testigos de manifestaciones históricas, no sólo a nivel estatal, sino a nivel mundial, es sin duda alguna, porque la gente se ha dado cuenta de que algo no va bien. Estos gritos, que hasta ahora parecen haber sido ignorados, no hacen otra cosa que responder a esta pregunta. Por tanto, sí creo que ha habido razones para convocarla, lo que no ha habido ha sido otra cosa, valor. Cuando de la boca de los máximos representantes de los sindicatos mayoritarios se escuchan declaraciones que apelan a la desconvocatoria de la huelga para sentarse de nuevo a negociar, realmente uno se pregunta si lo hacen porque haya razones suficientes, que repito que las hay, o si por el contrario lo hacen por intereses. La huelga no puede concebirse como advertencia, sino como ultimátum.


El conformismo o el miedo a perder el puesto de trabajo son muy comunes, ¿qué crees que se puede hacer para concienciar a los trabajadores de que esta huelga es necesaria?

Se trata de una de las tareas más complicadas a las que nos enfrentamos desde las organizaciones que trabajamos porque las jornadas de lucha como la del próximo día 29 salgan adelante. La clave creo que está en saber evidenciar y explicar de manera pedagógica la situación en la que nos encontramos. Una situación de inseguridad laboral, de la cual no cabe una salida al margen de la solidaridad entre los y las trabajadoras. Nada ni nadie puede asegurarte el puesto de trabajo en un momento como el actual, lo único que la gente puede tener por seguro es que desde su casa no podrán arreglar las cosas. Muchos de los y las trabajadoras que no hicieron huelga el pasado 29 de septiembre se encuentran, por desgracia, en paro.

¿Qué trabajadores suelen estar más concienciados: los del sector público o los del sector privado?

Supongo que depende mucho de ante qué agresión nos encontremos. En la pasada huelga general se consiguió parar casi por completo la industria, pero desde entonces no hemos parado de vivir movilizaciones dentro del sector público, pues es esto mismo, lo público, lo que se ha convertido en el principal objetivo de las élites. Podríamos decir por tanto que ninguno de los dos gana por mayoría y que ambos son imprescindibles el próximo día 29.

Se han dado casos de empresarios que han presionado a sus trabajadores para que no asistan a la huelga. ¿Conoces algún caso concreto? ¿Y algún caso cercano?

Lamentablemente, no se trata de casos aislados, sino de una práctica muy habitual. El piquete de los empresarios se ha convertido en un arma más, junto a los servicios ‘mínimos’, el desprestigio de los grandes medios de comunicación y el discurso de ‘no está el país para huelgas’, con la que frenar estos procesos de movilización que, en definitiva, ponen en jaque el funcionamiento del sistema actual. Existe una página web en la que podemos comprobar la enorme cantidad de empresas que han ejercido coacción hacia sus empleados: http://29msinmiedo.tumblr.com/. Resulta realmente increíble… Como casos cercanos, conozco el de profesores que tras la huelga del pasado 29 de septiembre fueron trasladados de centro para disgregar a los ‘agitadores’.

¿Qué sindicatos están organizando la huelga en la Comunidad Valenciana? ¿Y en la provincia de Alicante?

Lejos de pensar que gracias a UGT y CCOO las huelgas salen adelante, lo cierto es que son muchas las organizaciones, sindicales o no, las que están trabajando muy duro para garantizar el éxito de las movilizaciones. Desde la CNT, CGT, Intersindical Valenciana, sindicatos de estudiantes como el nuestro [SEMH], Acontracorrent, SEPC, Joventut Sense Futur, hasta las asambleas del 15M, plataformas contra la crisis, asociaciones vecinales, etc. nos estamos volcando de lleno en este proceso de confluencia, aunque por unas partes sea más fácil que por otras.

¿Crees que la UMH se ha visto muy afectada por los recortes?

Sin duda. El propio rector nos aseguraba que la UMH se ha convertido en una de las universidades que más problemas ha tenido en este sentido. Parece lógico, pues se trata de una universidad que todavía no ha concluido su inversión inicial prevista, por lo que enfrentarse a un plan de austeridad como el impuesto desde las comunidades autónomas, a su vez impuesto por el gobierno central, la troika y en última instancia, el 1% que gobierna nuestras vidas, se ha convertido en una tarea casi imposible, y en la que los grandes perjudicados somos los y las estudiantes, la clase trabajadora de la universidad, y la educación en general; nuestro futuro.

¿Qué grado de participación se puede esperar en la UMH (alumnos, profesores, personal...) de esta huelga?

El caso de nuestra universidad es realmente muy peculiar. Desde algunos sectores de la UMH se ha hecho un muy buen trabajo de desmovilización que se inicia en el mismo nacimiento de la misma. El acoso continuo a las organizaciones sindicales combativas, la prohibición del asociacionismo, o el mero hecho de no permitir carteles ajenos al pensamiento único de la universidad, hacen todavía más complicada la tarea de movilizar a los y las estudiantes, así como al personal docente y trabajador. Sin embargo, pienso que nos encontramos en un momento fundamental para la universidad, pues se encuentra más activa que nunca, para desgracia de algunos. Por tanto, no me extrañaría nada que el próximo 29 de marzo, más gente de la UMH de la que esperamos, se movilice.

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